Saturday, July 28, 2007

Las noches andan muy, muy ricas.
Digo ricas en el sentido chibcha de la palabra, que quizás sea igual al sentido chileno, pero como ando preocupada por ciertos cambios en mi acento, inicié la campaña pro-chibchombianidad vocal.
No es que yo me esté chilenizando, no, lo que pasa es que mis oidos me estan mamando gallo (si usted cree que acaba de ser insultado o que soy soez, no es así, pero sigalo creyendo) y no quiero permitirme semejantes licencias idiomáticas.
Hace un par de meses atrás apenas abria la boca todos sabían que venía de "ajuera" (ja) ahora les toma como 5 minutos preguntarme, y eso me produce sensaciones de angustia explicables sólo por mi pequeña chauvinista incoherente interna.
Algunos dicen que es el tono, otros el ritmo, los demás la entonación y el resto la duración.
Yo no lo había notado, aunque me he pillado a mi misma diciendo algunas palabras de esas que me encantan (pa más señas la lista: rasca, penca, longi, pesado, chata, choriar, rayado).
PERO yo ando recuperando-me, porque me interesa no perderme por acá.
Y en medio de mi campaña he tropezado continuamente con mis interlocutores: la gente se ofende si en vez de decir "eso me chorió" digo "eso me emputó", si comento "raya con eso" no es lo mismo que decirles "se irradia con eso", nadie me entiende cuando señalo que tal persona es muy "guisa" en lugar de decirle "chana, o longi" y así y así.
La grapadora se llama corchetera, nadie sabe con certeza lo que es un banano (mucho menos un cambur), "luego" significa pronto (pero para mí significa "despues") y buscarme una pinche blusa es labor compleja: aquí hay pullovers, beetles (o beatles? why?), parcas, blusones, buzos, polleras, etc. Para mi un beetle es una blusa cuello de tortuga, cualquier cosa con mangas largas que no sea delgada de tela es saco, si está hecha de jean o cuero es chaqueta, y el resto son o blusas o camisitas (la camisa tiene mangas y cuello rígidos, la blusa es más coqueta) punto.
Paa mi, tomar once es salir a recreo, lo otro es comer (de noche) y un cabro chico es un animalito no muy agraciado pero por demás tierno, no un niñito de colegio. Los gallos son los esposos de las gallinas dado lo cual, por cierto, las "gallas" no existen. Una confitería vendría siendo el lugar donde venden y/o fabrican papelitos de colores para tirar encima de la gente en las fiestas y Damasco es una ciudad que debe estar ubicada en algún país pero yo no recuerdo exactamente donde :P. Un "weon" es un "guevon", no puedo ser "weona" porque no tengo huevos y la gente "aweonada" es una simple "gueva".
El comfort es una sensación, la maraca un instrumento musical, la concha de tu madre vendría siendo una concha marina que la mamá de usted se trajo del último viaje a la playa, la raja...esta palabra es especialmente complicada, porque la relaciono con la raja de tu detrás, más no con que algo sea genial. La chucha es el mal olor de axilas, y la cresta ... la cresta, esa cosa rojiza que trae el gallo (de la gallina) en la cabeza.

Thursday, July 26, 2007


escaleras hacia el cielo

un silencio prolongado

los recuerdos bailan y navegan hacia todos los rincones

porque no están aunque parecen permanecer


se agradecen ciertos bloqueos

Sunday, July 22, 2007

Junto palabras en la cabeza.
Lentamente, muchas de ellas.

O quizás me juntan a mi.

Los silencios esporádicos me rondan porque los invoco con los ojos abiertos.

Juega conmigo.

Destapame.

Thursday, July 19, 2007

POR ELLA

Recuerdo el jardín. Tenía una piscina al fondo, que colindaba con la casa de los conejos. Probablemente eran tres y a mi me agradaba particularmente el más grande, gordo y viejo de ellos. Todas las mañanas les llevaba una zanahoria y me hacía el tiempo para mirarles comer. Tienen un cierto gesto de ojos que nunca pude catalogar como mirada... parecía una ojeada disimulada, era perpetua mientras desarrollaban el ejercicio de comer.
Había un arenero, un poco lejos de la piscina y los conejos. Para mi estaba inacabablemente ligado a la sensación de aventura y pasaron grandes trabajos intentado sacarme de ahí. Al fondo estaba ubicada una pequeña casa, paredes de cartón, techo de paja. Tenía una ventana y una puerta muy baja por la que entrabas sí y solo si sacrificabas la pulcritud de tus rodillas sobre la arena.
Desde la casa el mundo parecia pequeño y quizás un poco distante. Ahora recuerdo que me creía pirata y logré modelar pequeños barcos con velas de plastico. Los disponía en la ventana y nadie los tocaba.
También estab el baño. De hecho, los baños. El primero consistía en un cuarto con retrete, lavamanos, espejos... en plural, pues ahora recuerdo que estaban dispuestos varios espacios sanitarios. El otro baño era el que valía la pena mencionar. Su enorme tina de azulejos verdes, el espejo gigante, sanitario ridículo y ducha carcana al ventanal que miraba el patio hacían de él un escondite ideal, un fuerte. Para llegar teníamos que conformar un grupo expedicionario y burlar dos profesoras que gustaban ubicase cerca de la puerta para conversar (parecían tan grandes, tan largas, tan dulces... luego, con los años, uno es tan largo y -aspiremos, ja- tan dulce como ellas, pero siguen siendo tan ellas en mis recuerdos). Estar dentro era maravillosamente arriesgado, y en la inmensa tina siempre cabíamos los 5 ó 6 miembros del comando.
Me asustaba un resbalador en el cual alguna vez fuí empujada. Lo vencí a solas, un día despues del recreo cuando esperé que los patios quedaran desiertos para enfrentarlo y volver a clase con la triunfal convicción de saberme capaz de doblegarlo de ese día en adelante, todos los días.
Me gustaba comer mangos y manzanas, y una vez se me quedó atascado un diente de leche en una pera.
Tenía clase de natación porque sentía pánico frente al agua. No sé cuantas veces a la semana debía asistir, pero recuerdo el naranja del cielo al atardecer cuando caminaba de la mano de mi abuelita hacia mi casa. Volvía con los ojos rojos, algunos resquicios de litros de agua con cloro, el pelo mojado y contando historias sobre burbujas, niños que me asustaban, premios de dulce por atreverme a esto o aquello y el enrome placer de orinar dentro del agua.
Me dijeron que es malo hacerlo, porque a mi no me gustaría nadar en el orin de otra niña, pero en la clase siguiente simplemente me sucedía el hacerlo, y me reía sola de ello.
Mi novio de jardin se llamaba Juan y sabía que me gustaban las naranjas. Pasabamos el primer recreo juntos, sentados en una banca, escudriñando la lonchera del otro y repartiendo los sparkies por colores ( siempre preferí los rojos, amarillos y anaranjados). El segundo descanzo estaba destinado a los juegos y si nos cruzábamos sólo sonreíamos, me daba un besito en la mejilla y seguíamos de largo. Lo ví por última vez en un reunión 10 años despues, y aunque no recordaba su existencia tampoco me importó mucho re-conocerle, no sé porqué (en su momento creo que ni me lo pregunté).
Olvidé mencionar que jamás aprendí a nadar. Pero le perdí miedo al agua. Ahora nado por debajo, ya que me angustia el entrar y salir contínuo que supone un nado más...decente?. Aprendí por mi cuenta a tomar aire y sortear las distancia sin necesidad de sacar la cabeza. Dentro, completamente dentro del agua, siento una tranquilidad que desde que recuerdo se em antoja extraña, incluso vaga, pero deliciosa.
Aprendí a subir árboles en cualqueir otro lugar pero en el jardin lo disfrutaba doblemente. Eso y las manualidades para las cuales nunca fuí particularmente buena pero con cuyos materiales me divertía sobremanera. Me encantaban los recortes de color y fabricar cosas para los animales de la tierra. Una vez vi una lombriz , traté de sacarla pero se metió rápida y nunca pude volver a encontrarla.
Recuerdo la cocina y los emparedados que nos regalaban acompañados con jugo de fresa... recuerdo las flores, el césped, los juegos, el color de las paredes y la baldosa con la que hacía juegos mentalmente acerca de los cuales recuerdo sólo unos pocos detalles.
Cuando me fuí enviaron de regalo una escultura de una abuela y su nieta paradas frente a frente, compatiendo algo. Eran figuras infantilizadas, sobre una base apastelada. El asunto tenía mi nombre y servía como regalo y recuerdo.
Todos los regalos son un recuerdo.
La ausencia de algunos de ellos también.

Sunday, July 15, 2007

Tengo unas botas de esas que son largas. Y un calefactor eléctrico muy pequeño que hoy por hoy me hace sentir en casa dentro de mi casa. Tengo una ventana forrada, varias puertas y un techo alto y blanco. Me gusta mirarlo cuando me acuesto a dormir, durante aproximadamente 10 minutos.
Imagino figuras que nadan en él y colores que no posee.
El piso es de madera pero no cruje (eso me decepciona, a veces).
Brilla con la cera pero si la olvido empieza a producir motas... las motas me agradan en el fondo.
Huele a caramelo.
Tiene una lamparita principal de papel, de esas que venden en cualquier lado, valen poco, pero son lindas y adornan de un raro-bien. Tengo ganas de dibujar en las paredes pero presiento que eso es un impulso casi esquizoide que arrastro conmigo cada vez que veo una pared clara. También quiero conseguir un cuadro que no intente matarme de vez en cuando si lo ubico cerca a la cama, pues el que aplicó para el trabajo tiene tendencias homicidas.
Tengo en especial un cierto abrigo de cuyo precio no quiero acordarme.
Las uñas más cortas, el pelo muy largo.
Los lugares invisibles llenos, sólo dos vacíos y ese repetitivo sentimiento de extrañar el computador.
Una botella de agua vieja que olvido botar pero dudo se encuentre "vencida" o cualquier cosa parecida.
Antojo de strussel. Tengo el proyecto de mudarme, otro más de comprarme algunos muebles y el sueño de traer desde "allá" una hamaca de colores. Tengo ganas de cerveza (kunstmann con miel, sólo esa), una tarde en piscina, sol. Hace mucho tiempo no hago un viaje en autobus, extraño el ejercicio de mirar por la ventana. Mi último viaje en micro fue la semana pasada... mirar pal lado durante esos viajes es malo para la salud mental cuando ciertas imagenes aparecen, digamos, despues, de repente.
Descubrí como bañarme en fresas.
Tengo ganas de ir a Lisboa y no sé bien porqué. De hecho sé que voy a ir, y eso tampoco puedo explicarlo.
Aprendí sorpresivamente a cantar salsas y rancheras.
Ando descalza porque el frio me vale madre.
Y soy felíz.

Saturday, July 14, 2007

Los dandelion no aparecen en invierno.
Me gusta que caigan las hojas y sólo unas pocas se resistan al tiempo, oscilando el en viento, pálidas y gélidas, siempre me pregunto si alguna vez irán a caer. Me gusta el look del rio aunque últimamente lo he visto sólo en la noche, con sus hedores desaparecidos. Poco a poco van abandonandome el desapego y la pequeña rabia... Visité largamente el consulado y fue refrescante sentirme en un pedazo de patria... los acentos, los papeles pegados en esos tableros de tela, los afiches, la bandera, el escudo, la sonrisa, los comentarios, las opiniones que concuerdan, el idioma tácito, un reloj de café de Colombia y el afiche de Juan Valdéz.
En mi tesis de grado despedacé la simbología colombiana y me quejé de los intentos por configurar(nos?) una identidad a través de la prenoción y el marketing.
También hablé tres o dos cositas malas de Uribe. Pero desde afuera todo luce tan diferente. Me he descubierto a mi misma sonriendo mientras trasmiten un bodrio televisivo llamado la hija del mariachi, simplemente porque esas caras, esos acentos y esas maneras las conozco. Ansío el 20 de julio (acá será el 21) sólo por ir a escuchar orquestas y beberme la botella de ron viejo de caldas como si estuviera en Cali y fueran las 3 de la mañana afuera del desván. El otro día una niña de medallo me preguntó algo, y cuando nos reconocimos pasamos 15 minutos enteros rememorando.
En mis aventuras consiguiendome nueva identidad pasaportística ycedulada no he hecho más que encontrarme (le dicen casualidad) a gente del terruño, y el alma se me calienta.
En algún momento del pronto viajo y tener de nuevo mi librito café lleno de páginas con dibujitos chibcha style por primera vez me encanta.
En esos días en los que dos veces me insinuaron que no habia forma de comprobar que yo era yo, que mi cédula era mía y que en verdad era chibcha extrañe mi nacionalidad empastada. El otro dia me desperté de madrugada y encendí el calefactor, desperté envuelta en calor y aluciné que estaba en mi casa.
Ando nostálgica pero es superable.
El camino desde aquí probablemente sigue hacia distancias nuevas, pero la primera experiencia tiene que terminar de fortalecerme el juicio, o al menos la capacidad de descarga.

Wednesday, July 11, 2007

Quejas

Muchas personas me preguntan como va / que ha sido / que ocurre en mi vida.
Yo, dependiendo del interlocutor, estoy bien/confundida/contenta/freakeada.
También dependiendo del interlocutor me pasan ciertas cosas, dependiendo del interlocutor omito dichas cosas, y dependiendo del interlocutor las suavizo.
Mis conversaciones/respuestas varían.
Tengo dos interlocutores a quienes se les cuenta el absoluto de sucesos.
Quizás 4 a quienes esos sucesos se les suavizan. Y un puñado más ante los cuales aquellos no tienen lugar en el discurso.
Estoy cansada, por ejemplo.
Cansada fisicamente.
Tengo frio todo el tiempo, y la parte preocupante es que eso no me interesa... aprendí a aceptarlo como parte del día todos los días (lo que no significa que me guste, es horrible).
Empiezo a sentirme profundamente vulnerable, a notar la violencia aquí, a desconfiar de todos.
Probablemente se deba al episodio del robo, a los empujones en la calle, la hostilidad de ojos.
Necesito a mi familia con urgencia, a mis amigos, a mi gente. Me siento rodeada de peligro, de gente digna de desconfiar (no en mi círculo cercano, lleno de personas que amo, sino en general, en la gente que camina cerca a mi en la calle, los del metro, los que se acercan, los que van).
Estoy harta de ver flaytes, longis, cumas, etc todo el tiempo y en todos lados, no importa si camino por Ahumada o por El Golf, de algún modo aparecen en todos lados y admito que odio esa situación.
Me cansan las noticias, que no les hagan nada, que los suelten, que puedan delinquir una y otra vez, n veces.
Que nadie se inmute, que les permitan pulular.
Me enfada el cero civismo de los escolares, el reggaeton de celular, las viejas con bolsas.
La sensación de susto no me gusta, pienso que compone un juicio sin rigor.
Pero me viene de repente, sin pensarla. Luego trato de evadirla y darme tiempo para reconsiderar, recuperarme y volver a sentirme segura.
Estoy "chata" de que me traten de cagar, como si viniera de un pueblo perdido donde la gente es pendeja.
También estoy cansada de los "jotes" y las tipas inseguras que no soportan ver (me) hablando con su "mino" (de por sí hediondo) aunque sea por cuestión laboral.
Estoy ubicada en el 50% entre lo que me gusta y lo que no.
Fundamentalmente extraño el calor.

Wednesday, July 04, 2007

Había un pedacito de tierra que era como ningún otro.
Un pedacito entre plata y verdoso, nunca supe bien de qué color exactamente era.
El caso es que estaba ahí y me gustaba simplemente pararme en la puerta a observarlo.
Despues de un buen tiempo le salió algo parecido a una flor.
Quizás era sólo maleza y yo quería pensar que se trataba de una flor.
Creció y no era propiamente bella.
Pero al fin y al cabo estaba ahí, como todo lo demás.
Es aquello de ver bello eso que está en frente, no importa si otros ojos pudieran considerarlo abominable.
Y yo sabía que no era una flor, sino maleza.
Pero seguía viendo la flor justamente ahí.
Le salieron colmillos, también pelos.
Nunca tuvo petalos.

El otro día estuve soñando con un barco que recorría el mundo desde afuera y hacia adentro.
Había estrellas como puntos de luz y muchos colores. Incluso un arcoíris/puente sobre el cual uno se deslizaba y llegaba hacia las nubes.
También había un globo de colores, muy grande, y un avion que volaba en círculos alrededor.
Los prados eran de verdes que sólo he visto "allá", y muchos ríos pequeños salían al paso.

Esto o aquello.
Es mi post trasnochado, necesitaba algo así hace tiempo