BE A DAMA

Tuve un novio que me encerró en un clóset. Era un recuerdo olvidado que desempolvé hablando con alguien la semana pasada, y vino a mí de nuevo, tras reencontrarme ante su incómoda presencia.

Me perseguía y aún después de terminar rondaba mi agenda, me miraba de lejos con un dejo de impaciencia, discutía con mis amigos, hackeaba mi correo, usaba mi msn, y todos, todos los días tenía que verle la cara.

Siempre me hizo sentir como protagonista de película gringa seguida por sicótico en camioneta, pero nunca pensé que todo el problema se debiera a mi inconmensurable encanto inexistente. Sólo estaba ahí, sentado en la sala de mi casa, hablando con mi madre, mientras yo llegaba de la universidad a casa. Revisaba mi celular, escuchaba mis llamadas, gritaba, manoteaba, zarandeaba, chillaba y regalaba flores. Tenía una habilidad anfibia para arrastrarse por mi vida, aparecer en todos lados, provocar la lástima de propios y extraños, hacerme lucir cruel y en ocasiones miserable. No comprendió por qué no podía compartir mi mundo con alguien posesivo, maniático y por demás aburrido. Asfixió mi vida durante tres semanas y luego, golpe en la cara. Entonces me negué ante el miedo de ser violentada, a defenderme con gritos y quejas si soy golpeada. A ser muñeca de porcelana y vivir silenciada, sin enviar respuesta, orinar por siempre sentada.