Wednesday, January 23, 2008

Diplomatie parmi nous

Finalmente conocimos la esperada pocisión de la UE al respecto de las alucinantes peticiones del presidente venezolano (es decir, al cacareo de los susurros de las Farc). En este caso los gobiernos europeos -y gran parte de América- niegan reconocer el estatus de beligerancia y eliminar de la lista de grupos terroristas a las Farc y el Eln. Un gesto de política internacional que se puede interpretar de varias maneras. Para quienes consideran que otorgar beligerancia ayuda a la resolución del conflicto en tanto abre caminos directos y políticos de comunicación con la guerrilla, la insistencia en el carácter terrorista de éstos contribuye a la radicalización misma de su postura y, por ende, a la perpetuación de las acciones más tradicionales del actuar "farino". Para quienes consideramos que no es necesaria la beligerancia en el caso del conflicto colombiano pues los canales de negociación y diálogo se han propuesto y se encuentran prestos a ser abiertos a la primera solicitud de la guerrilla, es un éxito para los colombianos la postura de la comunidad internacional y un directo espaldazaro a la firmeza con al cual debe tratarse a estos agentes armados.

Más allá del peso de cualquier rótulo, sería desproporcionado otorgar estatus político a grupos que se financian con el narcotráfico y atentan contra los derechos humanos y ciudadanos básicos de todo un país. Resultaría equivalente plantear que haremos política con palos en la mano y quien no esté de acuerdo con nosotros es legítimamente merecedor de un chichón en la cabeza. Implica el no-reconocimiento de los tratados de Derechos Humanos y Política Internacional a nivel global y la aceptación de la violencia como forma de expresión. Primero aquí, ¿y después donde? Si esa es la apuesta entonces pasemos a otorgarle beligerancia a cuanto insurgente desee dinamitar la propiedad propia y ajena y armémonos todos para quizás luego sentarnos a conversar.

Al respecto de las circunstancias que desencadenaron la propuesta, la liberación de las secuestradas no debe interpretarse como signo de buena voluntad de la guerrilla colombiana ya que a todas luces se encuentra relacionado con un negocio de branding de Chávez que de paso beneficia a las Farc ante los ojos de millones de televidentes inocentones. O que se hacen los inocentones -insisto-. La liberación de los secuestrados no es un gesto humanitario de parte de una guerrilla repentinamente benevolente, es el camino obligado para estos grupos y la tarea pendiente del Estado Colombiano.

No es menestér conocer más sobre las pataletas políticas del gobierno venezolano, escuchar sus insultos y delirios mediáticos, pues los colombianos estamos ocupados organizándonos como sociedad en contra de todos los grupos insurgentes (incluidas las AUC) y no tenemos tiempo para preocuparnos por lo que hace el gobierno vecino, pues sea cual sea su accionar no reconoce que a) Las Farc actúan en su territorio y tienen secuestrados ciudadanos tanto colombianos como venezolanos, b) el secuestro de civiles NO constituye un crimen de guerra SINO una vulneración de los derechos humanos por tanto los secuestrados no se encuentran bajo la misma categoría de trato que los guerrilleros presos y en la mayoría de los casos no pertenecen a estamentos de Defensa. El crimen de guerra sucede bajo el ataque mutuo que en este caso no aplica pues el Gobierno Colombiano realiza una defensa legítima, mientras la guerrilla realiza acciones de abierto terrorismo. Los secuestrados miembros del ejército y la policía son rehenes, al igual que los funcionarios del gobierno. c) Las condiciones de secuestro no se equiparan a las de presidio (sí existe el hacinamiento en algunas cárceles y probablemente el trato no será de hotel, PERO nadie anda encadenado del cuello, ni es golpeado sistemáticamente, o eximido de atención médica; existe además el derecho al llamado, la defensa, el juicio y la visita). d) Chávez y los grupos extranjeros que apoyan a la guerrilla hablan de que estos grupos "representan" las demandas y sentires de un sector de la población colombiana. Estas mismas personas a duras penas han pisado el territorio colombiano, y obvian el repudio que a nivel nacional provocan las guerrillas (a menos claro, que esos críticos estén vinculados con éste y otros grupos y/o se beneficien de sus acciones) además utilizan las circunstancias como escenario de visibilización. e) el mismo gobierno de ese país tiene deudas propias con su sociedad gobernada, mal manejo de dineros públicos, vulneración de derechos ciudadanos y supresión de libertades. f) su posición "personalizada" puede afectar ostensiblemente las relaciones entre dos países hermanados no sólo por la vecindad sino también por el carácter, el intercambio económico y la historia.

No faltan los que en honor al romanticismo revolucionario balbucean contra el presidente colombiano y nos recuerdan la parapolítica (muy bueno que lo recuerden, aún estamos esperando más resultados al respecto) como argumento para desacreditar al gobierno y seguir lloviendo sobre mojado en acusaciones, como si el tema a tratar sin pérdida de tiempo no fueran los secuestrados, los violentados y la seguridad nacional. O, pero aún, tratando el asunto como ítem de cocina.

Colombia necesita finiquitar los temas pendientes en materia de seguridad, acabando tanto a las guerrillas como a las autodefensas (lo urgente pues ya son varios los gobiernos desperdiciados en concesiones a la guerrilla y negociaciones frustradas), para entregarse de lleno a la inversión social y configuración de un mapa político renovado (lo importante), en el cual la coyuntura no impida plantearnos nuevos proyectos políticos y económicos, así como dar cabida a miradas más cercanas al beneficio social y menos enfocadas en el militarismo.

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