EL ROCK

Las personas se mueren.
O mueren.
No acabo de vislumbrar la manera correcta de expresarlo sin sentir que se me queda algún detalle por fuera.
Las personas nos dejan, y se dejan en parte.
Algo así.
Y sucede tan de repente.
Tan a cualquiera de nosotros.
Tan a esa gente que uno quiere.
Yo entiendo que el alma de la gente, o lo que sea eso, queda siempre.
Que las personas no mueren, que su luz brilla siempre.
Pero hay algo en el hecho de saber que estan presentes fisicamente... el dolor es grande cuando esa certeza se esfuma.

Te quiero mucho, porque aún te quiero, no te "quería", te quiero.
En presente.
Me da rabia imaginar que alguien hable de ti en pasado, porque para mi estas.
Porque mi cariño y amistad están presentes.
Porque para mi estas en mis recuerdos y ahí estarás.
Te fijaste en el color de las hojas?
En el brillo, en las fuentecitas de Santiago?
Te acuerdas de ese día en el que descubrimos que la felicidad tonta vale 200 pesos?
Teníamos que hacer un curriculum conjunto para bailotear en medias veladas.
Yo iba a maquillarte y usarías tacones.
Luego nos embriagaríamos y naturalmente seríamos expulsados del burdel-trabajo.
Hablabamos del mundial y pensamos que no era descabellado imaginarnos juntos en alguno. No sabíamos si nuestras respectivas selecciones clasificarían, pero igual gritaríamos, aunque fuera a nombre de Croacia.
Te repetí tantas veces que no perdieras un día sin hablarle de amor a cierta persona.
Me hacias disfrutar los atisbos de esquizofrenia.
Yo me preocupaba de todo un poquito más, aunque tu rieras y dijeras que era divertido, que no pasaba nada.
Cuando me di cuenta de lo que pasó el cielo se me puso más oscuro...
No sé bien que decir, en el fondo tengo mucha rabia.
Tu tenías que vivir más, mucho más.

Recuerdas que muchas veces no sabía que decir? que escribir?
Extraño el último abrazo que nos dimos.
Extraño tus nombres extraños.
Nunca te vas a ir para mi, huguito querido.
Te quiero tanto.

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No puedo terminar este post.
Trascurren las horas y sigo mirando fijamente tu foto, leyendo tu página, repasando mentalmente nuestras charlas.
Lloro de repente y me parece increible no volverte a escuchar, ver, abrazar.
El otro día vi una silla donde te sentaste y una brisa me rodeó y sentí mucho frio.
Me dijeron que eras tu.
Y en el fondo me gusta pensar que estuviste ahi, en ese momento.
Me gusta pensar que ahora puedes volar por todos lados.
Me gusta recordarte hablando del pulpo con gracia, como si fuera simplemente un niñito cansón y malcriado.
Es triste, extraño.
Y sé que este dolor es problema de los que te lloramos.
Pero es dolor al fin y al cabo.