Hoy mientras entrevistaba a una decoradora su niña se abalanzó sobre mi.
Cuando terminamos la charla y mientras esperaba al fotógrafo la niña decidió que yo era su muñeca.
Recostada sobre un montón de osos gigantes en la tienda dejé q me aplicara escarcha y brillos en la cara; posteriormente me midió unas zapatillas de disfraz de princesa (con mucha más escarcha, lentejuelas y tonos rosa, claro).
Tuvimos tiempo de tomarnos fotos para la revista (no se usarán, fué sólo por el gusto de tomarlas pediré unas para postear!) y ella me dijo sonriendo que cuando fuera grande quería ser como yo.
No entendí cómo alguien querría ser como yo, pero igual le respondí que debía ser sólo ella, fuera lo que fuera.

Y de nuevo no entendí xq dijo querer ser como yo cuando pensé en lo lindo que sería ser una niña otra vez, una niña invisible. Ponerme la ropa de mi madre a escondidas y pintarme toda la cara de colores hasta verme como un pequeño payaso. Jugar con mis amigas y leer en la tarde sentada en mi sillón favorito, como cuando era pequeña. Que mi padre no discuta conmigo, que mamá me peine y participar por enésima vez, otra vez, en los reinados exigiendo ser la señorita Alaska (asuntos infantiles inexplicables, lo sé).
Saltar sobre los charcos descalza mientras llueve, cantar en las misas (desafinando, si no desafinaba, no era yo, en realidad era absurdo de parte de las monjas insistir en ponerme a cantar, lo hacia un 99% bien y un 1% de alguna ridiculez sonora) y comer chocolates hasta caer al piso retorciendome de dolor de barriga.
Jugar a la sirenita, halarle el pelo en clase a mis compañeras, sentirme como nube otra vez.

Tal vez soy una niña siempre, sólo que más grande :)