Wednesday, November 01, 2006

LAS PANDILLITAS

Técnicamente se podría decir que durante 4 años, una vez al año, pertenecí a una pandilla. También es interesante aclarar el objetivo hellokittesco de la pandilla en cuestión. ¿Y saben? escribí este post tarde, lo leerán cuando haya pasado halloween.
(En ese caso hagamos de cuenta que es mi protesta implícita contra las herencias anglosajonas... Por qué tenemos herencias anglosajonas???!!!!).

No recuerdo el nombre de mi pandilla, pero sí recuerdo claramente los de nuestros principales enemigos.
Cada halloween los niños del barrio organizabamos grupos que funcionaban como auténticas pandillas insertas en una de las guerras más legendarías (y satisfactorias) de mi historia infantil: La guerra de (bombas de agua, hielo y cosas podridas en) halloween.

1) Armar una banda de 10 a 20 integrantes.
2) Conseguir mínimo 500 bombas de agua por cabeza.
3) Escoger una casa con garage grande y grifos de agua disponibles, además de un platón por cada integrante y una super-poderosa-manguera ubicada en el balcón con la cual los padres patrocinadores atacarían a quienes nos corretearan cada vez que volvieramos corriendo a reponer provisiones.
4) Desocupar el maletin del colegio para usarlo como transporte de municiones.
5) Ponerse la ropa más gamina, echada a perder y liviana que se tenga.
6) Llenar 30 bombas con agua (cada uno) y empacarlas en el susodicho maletín.
7) Dejar otras 50 en el congelador (para volver por ellas cuando estuvieran medio congeladas).
8) y salir, no antes de las 7 ni despues de las 7:30 p.m, en pandilla y listos para mojar gente.

La idea? alrededor de 8 grupos diferentes deambulaban por el barrio y cada vez que se encontraban, se lanzaban las bombas más harina y cuanta cosa descompuesta encontraras en la cocina de tu casa (se aceptaban donaciones de vecinos adultos alcahuetas y créanme, llovían!).
Las pandillitas eran una tradición de la cual automáticamente hacías parte al año siguiente de sentirte ridicula disfrazandote (eso es triste, era lindo disfrazarse) y aunque suene como un sencillo juego de niños, era un sistema organizado, con reglas, muchas caidas y quemonazos.
MI pandilla era aguerrida y nuestros principales enemigos, como en película gringa, grupos con mayoría de niños (nosotros eramos mayoría de niñas). Cada año nos tenian una sorpresa diferente... a) pistolas con tanques grandes que luego prohibimos pues le quitaban el factor temerario y heróico al hecho de mojar a tu rival: con la pistola disparas agua a chorro y desde la porra, pero acercarse y estallar la bombita "in your face" es más loable. b) pasar en la camioneta del primo de 20 tirandonos cosas podridas: volvemos al tema del honor! c) bombas más congeladas de lo "normal" que de verdad causaban dolor, muchisisisimo dolor.

La batallita duraba alrededor de dos horas (retornos cenicientescos, lo sé) y valía la pena, especialmente por el momento final en el que todas los grupos se encontraban en una calle cruce x que felizmente estaba dotada de grifos en cada esquina: sabe usted la habilidad que requiere llenar provisiones mientras se es atacado? O la estrategia necesaria para cubrir a los compañeros por tandas y regresar corriendo a la casa en caso de perder (xq la pandillita perdedora -la más humillada- tenia que salir corriendo y llegar a sus casas antes de que todos los demás los alcanzaramos y recibieran la harina de la reserva) o en caso de ganar (por la simple diversión de correr gritando por la calle sin que nadie lo regañe a uno).

Hoy día, las pandillitas desaparecieron. Realicé una pequeña investigación de pueblo (preguntarle a mi hermanita y sus amigas) y parece que niños de otros barrios empezaron a intentar participar, pero arrojando piedritas y huevos a las casas y transeuntes (entre las reglas estaba no mojar ni ensuciar casas, peatones, carros, animales, etc no implicados en la batalla y nunca, nunca, a los niños chiquitos que iban pidiendo dulces) además de volverse agresivos con los demás participantes. Se me ocurre que es bastante triste saber como acabó una costumbre tan, pero tan delirantemente divertida y sana... eso aparte de considerar lo que puede estar sucediendo en la cabecita de un chiqui de 10 años que le lanza piedras a otro y convierte un juego en agresión...
Yo vivía en un mundo en el que como niños nos importaba más jugar en la calle, mojarnos y ensuciarnos. Sin ropa fina, ni aparatos y viendonos todos como iguales, todos niños, sin distinción importante.
Un mundo en el que uno, realmente, era muy, muy felíz.

en fin

P.D: pillen que volví a mi template inicial! me bordeé del blanco, era aburrido, así que volví al caos inicial

1 comment:

  1. jajajajajajajaja, animaleeees. Acá en mi facultad, teníamos la tradición de la Guerra de Agua a fin de año, y peléabamos carreras completas contra otras. Es decir: Diseñadores versus arquitectos y Geógrafos.

    El nivel de inundación causado era abismante, pareicendo todo una gran laguna una vez terminado y los balcones chorreando de agua!

    Que tiempos aquellos, ahora están todos fomes.

    Becho, sanguinaria de las bombas de agua congeladaaaaa, su Pigito!

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