Una persona mucho mayor que yo, me decía, alguna vez, varias cosas.
Explicaba que la magia muere, sólo cuando la olvidas.
Que las personas perecen pero nos miran.
Que no debo creer nunca en la bondad y la ternura exhibidas. Que no debo creer nunca en algo presentado a manera de pose.
Que si mi corazón duda, definitivamente algo anda mal.
Me explicaba que el valor no es la ausencia del miedo, sino el conocimiento de que algunas cosas son más importantes que el miedo.
Que cuanto parezca imposible podría ser posible de un modo diferente sólo si lo intento.
Que decir te quiero no es un error aunque no te respondan el sentimiento.
Que equivocarme podría convertirme en un ser mejor ( ¿Qué es ser mejor? Debí preguntarle eso)
Que si en mi existe maldad, no debo simplemente avergonzarme o anularla, hay que transformarla (creo que estuve analizando si era una indirecta, pero probablemente no arrojé conclusiones al respecto)
Que si en mi existe bondad, debo cuidarla.
Que lo importante no es cuál camino o modelo de vida eligo, sino lo que haga con el tiempo que tengo, el tiempo que me quede... específicamente porque como dicen todos por aquí, nunca sabes cuanto es.
Y me asombro ante las personas, de cualquier edad, que tengan la capacidad de arrojar frases así.
Nunca sé si contienen sabidurías o esperanzas prefabricadas.
El único consejo no dudoso que he recibido en toda mi vida es corto pero, para mi, preciso: "Sólo respira".