LADRILLO

Pensaba hacer un recuento de lo sucedido durante el año. No sé quien tuvo la idea de los resúmenes postreros ni si en verdad es patético y nostalgico (tampoco estoy segura de que las anteriores condiciones sean negativas)... al final como no saqué conclusiones al respecto tengo la cabeza vacía, y así voy a escribir (novedad, eh?).
Debo concentrarme mes por mes y preguntarme sobre los sucesos. Generalmente aparezco en mi ex-oficina. Me veo tomando agua, en el baño, frente al pc, angustiada, revisandome las pestañas, almorzando de carrera, pidiendo que me guarden pizza, robando postre de la cocina y haciendo caer al director de la empresa grande en el ascensor (mi talento radica en que nunca me odió). Me observo corriendo por todo el Centro Cultural, hablando inglés y aprendiendo francés, chillando, en lanzamientos, fiestas y momentos kodak, riendome de mí misma en la tele y la radio, acariciandome los pies... hablando de pies algunos de los recuerdos más gratos que tengo involucran escenas en las cuales corro descalza por la oficina, camino en puntas de pies para que las botas de los pantalones disimulen ante mi jefe que andaba descalza y me pongo a escondidas los zapatos altos cuando tenia que salir de emergencia, hablando alguna tonteria para que nadie se diera cuenta y muriendome en risa interna.
También me topo mentalmente con mis paseos a mediodía por el centro histórico y los museos (los extraño) y muchas caras familiares que me enviaban invitaciones, me dejaban pasar gratis o me saludaban en todos lados.
Las tardes de futbol y coro. Los artistas, los diseñadores y las preguntas de mi jefe en sus periodos desiertos de novio. Alguien que se fué, el regreso de otro.
Recuerdo cómo la lluvia iba conmigo. No es mi imaginación, la lluvia en un frenético ataque de burla y aburrimiento (para ella llover es respirar) se fijó en mi y se me pegó. No es mi culpa que el agua sea desocupada. Si estaba triste empezaba a llover. Si me ponía de mal humor tronaba. La amenaza de lluvia me indisponía y dale, llovía más, hasta que se agotaba el agua e internamente me reía de ella.

Me recuerdo escondida en el palco, tomando salpicón con helado en el techo, escuchando el violín de Luqui y riendome en el supermercado. Me veo en casa, de vacaciones, sufriendo por la tesis. Ahora en un trabajo míseramente remunerado, inventando consejos de belleza y preocupada porque nadie se da cuenta que sin internet no puedo documentarme y escribir los artículos. Miro un sol deformado por los vidrios polarizados, escucho el silencio y las peleas de mi nuevo jefe por una chapa dañada. Me pillo maquinando las cosas que quiero hacer, pensando que por alguna razón extraña quiero hablar por radio y decidiendo cómo lograré viajar cuanto quiero en el próximo año. Viendolo bien viajaría la totalidad del tiempo. Aprovecharé para delirar: en un mundo ideal (para mi) trabajaría en un programa de tele acerca de mi viajando por el mundo y mostrando a mis teleadictos (para que se justifique que yo sea la host, ja) culturas, lugares y fiestas. También recibiría ropa gratis y tendría un novio músico, pero eso puedo hacerlo despues, en un trabajo siguiente en el cual realizaría reseñas de múltiples eventos fashion y dirigiría una revista para personas desocupadas, con alto poder de compra y personalidad consumidora compulsiva. Enseñaría a las niñas a mantenerse lindas para conseguir una de dos cosas: trabajo como modelos o un marido rico que nos mantenga (a ellas directamente, y a mi y la revista light indirectamente). En una etapa madura tendría una publicación gravísima, llena de colaboradores serios, encorbatados y aburridos de quienes me olvidaría gracias a mis amigos faranduleros en las fiestas los fines de semana. Todo mientras gasto mi dinero en tratamientos para ser una digna cuchibarbie. En una temprana crisis de edad e identidad a los 40 fingiría mi muerte accidental dejando unos hijos adoptivos ricos y mi imagen de vedette periodística intacta.
En otro mundo ideal yo presentaría noticias, entrevistaría grandes personajes y terminaría involucrada en política, pero ese trabajo es muy serio y exige más neuronas de las que necesito para peinarme, asi que por ahora lo olvidaré. Cuando envejezca me dedicaré a eso, claro, si antes no me suicido en el consabido ataque de pseudo conservación historico-vanidosa.
¿Vieron? Ya lo resolví, a mi que nadie me diga que no planeo ni tengo ideales: mi vida, vista de esta manera, me parece altamente productiva
Todo lo anterior es la basura mental producto de las preguntas tipo hacia donde quiero ir y cómo deseo llegar... mis respuestas no involucran las actividades anteriormente mencionadas (era broma, no se me confundan) pero de esto acabó de surgir lo siguiente:

Propósito 2006: que el año nuevo sea un experimento, no una carga mental :)